La batalla por el relato

Con el movimiento MeToo ha sido finalmente ganada la batalla del relato femenino sobre el masculino, batalla que puede marcar un cambio de vertiente en la historia del feminismo. Pero hago una observación: el movimiento MeToo tiene su origen y su campo de acción en el conflicto sexual con los hombres, con el propósito de poner en tela de juicio el pacto que estos últimos hicieron entre ellos para acceder al cuerpo de las mujeres. Y me pregunto si no será, efectivamente, este y solo este el espacio propio de la lucha del feminismo. El feminismo puso en el centro la sexualidad con las prácticas de la autoconciencia y del inconsciente, de la relación, implicando de este modo la experiencia personal y singular de cada mujer. Un espacio sin duda fundamental porque subyace a todas las instituciones humanas. Se trata, por tanto, de atizar y cambiar los fundamentos ocultos de la sociedad moderna. A mí me interesa, hoy, precisamente el nexo entre el cambio de las relaciones de fuerza en la sexualidad, y sus consecuencias en las relaciones en el trabajo y en la política. Me pregunto si la práctica traída por el MeToo, o sea, una red de mujer a mujer, podría ser eficaz también en esos ámbitos en los que los intereses y los deseos de las mujeres son silenciados. Sería así posible abrirse al mundo para ampliar la toma de conciencia y estar con la máxima concentración ahí donde los obstáculos se presentan, con el propósito de captar ese nexo y saber vincular el relato con el conflicto sexual con los hombres para poner fin definitivamente al contrato sexual.