Ciudad ensimismada, islarios defensivos frente a la otredad

Tantas son las ópticas desde las que se puede abordar el análisis de la ciudad
como dispuestos a ello individuos hay. No hay mirada fortuita ni interrogación casual, sino que
la dirección y el carácter de la interpelación que cada cual hace ante todo fenómeno, hecho o
dinámica depende de su condición de sujeto, como sujeto histórico. Nuestra mirada sobrevuela
la ciudad para penetrar en los espacios de la intimidad donde el individuo se muestra como tal,
con la esperanza de presenciar el desvelamiento de la relación históricamente unívoca entre el
hombre y su tiempo y la (no)ciudad que construye. O en su caso, la ciudad que (de) construye,
a la luz de las nuevas formas de urbanización (en)cerradas y dispersas en el territorio
características de los asentamientos urbanos contemporáneos. La tesis sostenida es que las
citadas dinámicas de desarrollo urbano que conforman la que se ha venido a llamar “Ciudad
Ensimismada” tienen su origen en el ensimismamiento propio del individuo contemporáneo;
concebido éste como una forma de respuesta colectivamente individual en su esfuerzo por
adaptarse al Real imaginario o imaginario social que actúa como generador de diversas
patologías entre las que cabe destacar la exacerbación del miedo a la Otredad.