Arte Público y Memoria Ferroviaria Regional (Sudoeste bonaerense, República Argentina, 2003/2016)

En los noventa, la degradación final del sistema ferroviario estatal impulsada por el Presidente Carlos Menem en el marco de una serie de normas neoliberales implicó, paradójicamente, que se convirtiera en una atracción para el arte público regional. En ese entonces, el Museo Municipal de Arte de Bahía Blanca impulsó un Simposio Nacional de Escultura Monumental invitando a diez artistas a utilizar la chatarra de hierro. Según el paradigma moderno de arte autónomo, se les encontró posteriormente un emplazamiento en un parque lineal que comenzó a ser llamado Paseo de las Esculturas.
En este artículo se aborda la segunda etapa en tanto vehículo de memoria. En el siglo XXI, la utilización de los edificios abandonados con fines culturales fue paralela a un comienzo de reactivación ferroviaria llevada adelante por el kirchnerismo, no obstante sus efectos no fueron sentidos en esta región. La creación del museo-taller Ferrowhite (2003), la presentación del proyecto Intemperie en la Bienal Regional de Arte en 2014 y las acciones de la Asociación Amigos de la Estación Nicolás Levalle en ese mismo año, han promovido una memoria que se debate entre la poesía de las ruinas y la recuperación patrimonial. Estas propuestas ubicadas en sitios específicos han recuperado sus contextos históricos y tejido en ellos entramados sociales mediante prácticas participativas y colaborativas, creando las condiciones de posibilidad para que se generen guiños cómplices entre los integrantes y se transformen en “lugares encantados” (de Certeau). A su vez, teniendo en cuenta que se plantean a sí mismas como centros y sus prácticas emergentes han sido producidas desde una ambigua frontera artístico-histórico-político-social, estas iniciativas de base comunitaria pueden ser caracterizadas como cartografías fronterizas.