La pintura románica catalana y la liturgia eucarística: teofanías, crucifixiones y Vírgenes con el Niño
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Las pinturas murales románicas procedentes de la actual Cataluña y de sus márgenes septentrionales muestran una singular voluntad de resaltar la celebración de la Eucaristía y sus vínculos con la liturgia celestial. Se han establecido múltiples conexiones a través de temas generalmente interpretados en este sentido, como el Cordero y el Sacrificio de Abel, pero también a través de las tres imágenes divinas que pueden calificarse de canónicas. El Cristo entronizado ejerce su función de sumo sacerdote de esta liturgia celestial mientras su corte realiza gestos o acciones que entran en resonancia con la celebración de la misa: los serafines, los querubines y presumiblemente los Vivientes y los Ancianos del Apocalipsis cantan el Sanctus, los arcángeles abogados transmiten a Dios la oración del Pater Noster, otros ángeles inciensan las oblatas que han sido colocadas en el altar durante el ofertorio y el serafín de Àneu da la comunión. Por su parte, la Crucifixión se refiere a la reiteración diaria del sacrificio de Cristo en la cruz y su cuerpo atormentado se corresponde con el pan y el vino consagrados, al igual que el Niño en brazos de su madre. Finalmente, a menudo la Virgen reviste una casulla para presentar a este Cuerpo divino o para sostener un cáliz, igual que el oficiante cuando eleva el pan y el vino consagrados, mientras los Magos se hacen eco de la procesión del ofertorio.
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