Argelia: ¿Una nación inacabada?
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Danielle Provansal
La independencia de Argelia tuvo valor emblemático para los entonces llamados países del Tercer Mundo porque aportó la prueba de que la victoria contra el imperialismo era posible.
Para el pueblo argelino significó no solamente una liberación sino también una revolución dado que, según sus primeros gobernantes, marcaba el inicio de una experiencia vanguardista en que el socialismo aliado al neutralismo y a la recuperación de la identidad arabomusulmana iba a contribuir a la construcción de una sociedad nueva. Hoy en día y después de una guerra civil particularmente sangrienta, estas esperanzas se han disipado. Las desigualdades económicas persistentes entre los diferentes sectores de la población, la emigración que no cesa, la dificultad en establecer reglas de juego realmente democráticas y conflictos regionales agudos hacen dudar de la realidad de una nación argelina que, dentro de las fronteras del Estado actual, se representaría a sí misma como unidad de destino. Esto incita a echar una mirada al pasado, y más allá del mito oficial de la nación argelina anterior a la colonización, a intentar analizar el impacto de las fuerzas centrífugas. Antes de la colonización, Argelia era un estado de facto, ya que su estatus de vasalidad con respecto al Imperio Otomano era esencialmente formal, si bien la situación interior, compleja y caracterizada por sistemas de pertenencia fluctuantes, hizo creer erróneamente al colonizador que podía utilizar un particularismo contra otro. Si bien el régimen colonial fue tremendamente depredador y dejó un país económicamente dependiente y una sociedad socialmente desestructurada y culturalmente desculturada, no es el único causante de la situación actual. Varios modelos de nación se enfrentaron ya durante la época colonial y la guerra de liberación, que los dirigentes no supieron plasmar en un marco consensual, a pesar de que el reformismo musulmán lo intentó. En las dos últimas décadas, las fuertes reivindicaciones bereberistas llevadas a cabo por los cabileños y el ascenso del islamismo radical configuran un Estado cuyo modelo de nación no se corresponde con
una realidad mucho más plural.
Para el pueblo argelino significó no solamente una liberación sino también una revolución dado que, según sus primeros gobernantes, marcaba el inicio de una experiencia vanguardista en que el socialismo aliado al neutralismo y a la recuperación de la identidad arabomusulmana iba a contribuir a la construcción de una sociedad nueva. Hoy en día y después de una guerra civil particularmente sangrienta, estas esperanzas se han disipado. Las desigualdades económicas persistentes entre los diferentes sectores de la población, la emigración que no cesa, la dificultad en establecer reglas de juego realmente democráticas y conflictos regionales agudos hacen dudar de la realidad de una nación argelina que, dentro de las fronteras del Estado actual, se representaría a sí misma como unidad de destino. Esto incita a echar una mirada al pasado, y más allá del mito oficial de la nación argelina anterior a la colonización, a intentar analizar el impacto de las fuerzas centrífugas. Antes de la colonización, Argelia era un estado de facto, ya que su estatus de vasalidad con respecto al Imperio Otomano era esencialmente formal, si bien la situación interior, compleja y caracterizada por sistemas de pertenencia fluctuantes, hizo creer erróneamente al colonizador que podía utilizar un particularismo contra otro. Si bien el régimen colonial fue tremendamente depredador y dejó un país económicamente dependiente y una sociedad socialmente desestructurada y culturalmente desculturada, no es el único causante de la situación actual. Varios modelos de nación se enfrentaron ya durante la época colonial y la guerra de liberación, que los dirigentes no supieron plasmar en un marco consensual, a pesar de que el reformismo musulmán lo intentó. En las dos últimas décadas, las fuertes reivindicaciones bereberistas llevadas a cabo por los cabileños y el ascenso del islamismo radical configuran un Estado cuyo modelo de nación no se corresponde con
una realidad mucho más plural.
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Com citar
Provansal, Danielle. “Argelia: ¿Una nación inacabada?”. Quaderns de l’Institut Català d’Antropologia, no. 20, pp. 139-55, https://raco.cat/index.php/QuadernsICA/article/view/95590.
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