Elogio del asociacionismo

La realidad pospandémica -precaria y virtual- dibuja un escenario en el que la vida comunitaria y analógica sufre dificultades importantes para desarrollarse como antes. Sin embargo, las entidades de todo tipo vuelven a ser piezas imprescindibles para reconstruir la cohesión social. La necesidad humana de cooperar, compartir, luchar, crear, disfrutar y festejar, choca con un sistema económico bien organizado que trabaja para deshacer vínculos sociales y, a la vez, crear un mundo de consumidores acríticos. La vida en común, con las asociaciones en el centro, construirá de nuevo puentes y redes que harán frente al tsunami desintegrador de los nuevos tiempos. Un nuevo impulso nos empuja a volver a la plaza, al ateneo, a la asociación, al casal, al club deportivo, al centro cívico. Hemos empezado a tomar conciencia de que la supuesta libertad para consumir en todo momento ante una pantalla no nos realiza como personas. Que somos seres sociales..