Las palabras para decirlo el fracaso y la visión

El feminismo reconoció en la lengua el lugar necesario para la práctica de la autoconciencia, para la crítica al simbólico dominante y para el descubrimiento de nuevos caminos que seguir en una política compartida. Esto significó asumir no solo la función referencial del lenguaje sino sobre todo la función poética que abre el camino de la experimentación del sentido sin tener que demostrar en todo momento la verificación factual de lo que es afirmado. Esta posición es la que ha permitido abrir nuevos caminos, hacer ser lo que no era, ofrecer visiones. Para poder ofrecer al deseo de verdad y al sentir libre del alma la forma expresiva más adecuada, es necesaria una práctica de escritura que, con capacidad artesana, cuide de la lengua con exactitud y amor. Evitando el espontaneísmo ingenuo. La cultura de matriz feminista nace de un sí dicho al mundo. Este primer sí es renovado por la atención al círculo entre lengua y experiencia, dado que localiza en el lenguaje los límites insuperables de lo decible y performativos de la experiencia, sin dejar sitio a un excedente de significado del que las mujeres habían partido para mostrar una vía suya de descubrimiento y experimentación de lo político del ser mujer.